Las Promesas De Dios Para Los Tiempos Del Fin
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Uno de los retos a los que nosotros, la gente de Dios, estamos expuestos, es mantener nuestra mente enfocada en Dios. Estamos expuestos a muchas distracciones, muchas amenazas. Pero mientras debemos estar alertos a  las muchas artimañas de Satanás, no debemos estar desesperados por ellas. Mientras que estamos en el mundo, no debemos ser del mundo. Debemos reconocer los peligros, pero no debemos dejarnos paralizar por ellos. Debemos discernir las mentiras y los errores del enemigo de Dios, pero no permitirnos enfocarnos en ellas.

Cuando los Israelitas estaban al borde de la tierra prometida, recibieron el reporte: Diez de los espías se enfocaron en las amenazas, en el peligro, los obstáculos, la oposición, los gigantes, los enemigos en la tierra – pero dos de ellos se enfocaron en Dios, sus promesas, su poder, su amor, su deseo para ellos, y como Él ya había obrado con poder en su bienestar. Los diez se enfocaron en los obstáculos y estaban asustados, mientras dos, a pesar que reconocían los peligros, no se enfocaron en el peligro, en cambio, se enfocaron en Dios y no tuvieron miedo.

Escuchando el reporte, la gente tenía una elección: Habían peligros reales, amenazas reales, obstáculos reales, pero ellos estaban siendo guiados por el único y real Dios creador. Ellos tenían que elegir: sobre qué enfocarían sus mentes? En qué enfocarían su corazón: las amenazas, el peligro, los obstáculos – o la fe, la confianza y confidencia en Dios y sus promesas?

Dios nos ha dado muchas promesas en nuestro tiempo para ayudarnos, alentarnos, y afianzar nuestra fe en este tiempo tan crítico en la historia de la humanidad.

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.  Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor;  es indeciso e inconstante en todo lo que hace. (Santiago 1: 5-8)

Necesitamos la sabiduría divina, y Dios quien es la fuente de toda verdad, el creador de la realidad, el sustentador de la vida – el desea sanar nuestra mente, remover las mentiras, malentendidos, y confusión que nos previenen de conocerlo y conocer sus métodos. Él quiere que entendamos. Él quiere que comprendamos. Él quiere que discernamos la realidad. Él quiere que reconozcamos como el pecado dañó el protocolo que Él diseñó para la vida y como el pecado nos causa miedo, el cual inflama nuestro deseo de supervivencia. El deseo egoísta de protegernos y exaltarnos a nosotros mismos, y ese es el temor y el egoísmo que es la causa de dolor, sufrimiento, y muerte. Él quiere que entendamos que Él es la fuente de todo lo bueno, la vida, la sanación, y la felicidad, que Él desea restaurar sus leyes de amor en nosotros y erradicar nuestros miedos, remover todo egoísmo, y restaurar nuestros corazones y nuestras mentes, equipandonos para vivir en armonía con las leyes naturales que Él diseñó para la vida.

Dios quiere librarnos del pecado, librarnos del desaliento, y darnos sabiduría para ver más allá de la propaganda, de las amenazas, y del peligro que enfrentamos en este mundo. Él quiere que veamos y discernamos lo que Él está haciendo. Él quiere que seamos como Eliseo, quien, cuando el ejército enemigo cerco la ciudad, vio más allá de la amenaza, a la armada de ángeles que Dios había enviado a protegerlo y dijo, “ No tengas miedo. Los que están con nosotros son más que los que están con ellos” (2 de Reyes 6:16)

Pero el enemigo trabaja para obstruir nuestra vista de Dios; inflando el temor – haciendo que nos enfoquemos en el peligro, las amenazas, los obstáculos (reales o imaginarios), y olvidemos a Dios, que olvidemos que no estamos solos, que nunca tendremos que enfrentar estos peligros nosotros mismos. No podremos vencerlos con nuestra propia fuerza. Satanás nos quiere hacer olvidar que tenemos un poderoso Salvador quien ha prometido que nunca nos dejará o nos olvidará (Hebreo 13:5).

Así que ahora mismo, hoy, pídele a Dios por sabiduría y discernimiento y no permitas que el temor te paralice; confía en Dios y después usa la verdad, la sabiduría, las pautas que Dios te dará. Haciendo esto, crecerás en sabiduría, entendimiento, y fe, y Dios te dará aún más. Así como aprender matemática básica te permitirá después aprender álgebra, y aprender álgebra te hará mas fácil aprender trigonometría, y así continuar, así mismo nosotros creceremos en sabiduría divina solo cuando aplicamos la sabiduría de Dios y la verdad en nuestras vidas.

La sabiduría incluye aprender a abrazar y aplicar las promesas como:

Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. (Proverbios 3: 5, 6

El diablo muestra toda clase de amenazas, peligros y preocupaciones. Igual como  cuando los  espías vinieron de Canaán; hoy hay diez reportes destacando las amenazas por cada dos que nos alientan con las promesas de Dios. Sí! el diablo es real, las amenazas y el peligro son reales – pero Dios también es real y Él nos promete victoria si le confiamos con todo nuestro corazón!

Esta guerra y sus muchas batallas, no es temporal – es una guerra por tu corazón y tu mente. El diablo busca inflar el miedo en ti y en mí, porque el miedo incita al egoísmo, nos  concierne nuestra supervivencia. Y cuando tenemos miedo, estamos tentados a quitar nuestra vista de Jesús, paramos de pensar, paramos de razonar, y paramos de amar a Dios y a otros. El miedo incita a responder con el instinto animal al peligro, y si el temor no es vencido por nuestra fe y amor por Jesús, entonces igual que los animales, nos vamos a paralizar, correr, o pelear.  Y que hemos visto en los últimos 18 meses?

  • Cristianos paralizados con temor, cerrando sus iglesias, parando su ministerio, cancelando sus seminarios, conferencias, y reuniones de compañ Cristianos congelados de miedo en vez de valientes moviéndose por fe, en confianza, en amor y en verdad.
  • Cristianos corriendo y escondiéndose, aislandose, y siendo desalentados en vez de enfocarse en Jesús y avanzando su reino de amor ministrarnos unos a otros rechazando el mensaje de temor.
  • Cristianos abrazando las armas del mundo y atacando a sus mismos miembros y empleados con acusaciones, amenazas, mandatos, terminación de empleo, coerción – todo esto con el propósito de sentirse seguro ellos mismos, para proteger sus propiedades, negocios, y sus intereses en vez de empuñando las armas de Dios y presentando la verdad, rechazando la cantidad de mentiras y propaganda, parándose recto por la libertad, amando a todo la gente igualmente y negándose a violar la ley de Dios por encima de obedecer la ley humana.

Entendiendo que las principales armas de Satanás son mentiras y amenazas que incitan miedo y socavan nuestra fe y nuestro amor por Dios y entre nosotros. Pero no podemos enfocarnos en los peligros, y las preocupaciones que inflaman nuestro temor. Nosotros tenemos que enfocarnos en nuestro poderoso Dios, porque Él nos ha prometido:

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios.Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. »Todos los que se enardecen contra ti sin duda serán avergonzados y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran. Aunque busques a tus enemigos, no los encontrarás. Los que te hacen la guerra serán como nada, como si no existieran. Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene de tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré” (Isaías 41: 10-13)

Ahora mismo, hoy, estamos en el borde  de la eterna tierra prometida. Estamos al borde del completo cumplimiento de la promesa de Dios a Adan de que Jesús aplastaría la cabeza de la serpiente, ganaría la guerra, y devolvería el universo de regreso a la paz, el amor, y la seguridad eterna. Jesús y todo el cielo están de pie listos, ansiosos de venir y llevarnos a casa. Jesús reveló estos eventos a Juan:

Luego oí en el cielo un gran clamor:

«Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte. Por eso, ¡alégrense, cielos, y ustedes que los habitan! Pero ¡ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo». (Apocalipsis 12:10-12)

Satanás ruge (para asustarnos), pero Dios vacía su amor en nuestros corazones (Romanos 5:5) y “En el amor no hay temor, si no que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4: 18). Es cuando hemos participado de Jesús, nuestro precioso Salvador y remedio, que somos llenos de su amor y el temor pierde su poder sobre nosotros.

Jesús nos quiere puros, limpios, libres de temor y egoísmo, y restaurados a santidad. Él quiere que seamos sus testigos, brillemos con la belleza del amor y la verdad celestial en un mundo oscurecido por  la propaganda de Satanás y sus mensajes de miedo – pero la única manera que esto sucede es por nosotros eligiendo confiar en Él, en vez de elegir actuar por miedo y buscar en salvarnos a nosotros mismos.

Entiende que cuando enfrentemos el abuso, la injusticia de este mundo – las acusaciones del enemigo, el rechazo de nuestros amigos y familiares, las amenazas de nuestro gobierno, el asalto de los malvados – y cada voz en la tierra diciéndonos que es correcto, necesario, y justo pelear de vuelta, tomar represalias, usar los métodos de Satanás para protegernos a nosotros mismos, pasar leyes, mandatos, y órdenes ejecutivas para forzar a otros a comportarse en formas que nos hagan sentir “seguros” es entonces que, en vez de darnos al miedo, nosotros nos pegamos a Jesús,  rendimos nuestras vida a Él, le confiamos con todo lo que sea querido para nosotros, aplicamos su sabiduría, y practicamos su ley, amando a nuestros enemigos y orando por aquellos que malévolamente nos usan y nos abusan así es que nos volvemos “perfectos” maduros, verdaderos, y genuinos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial. Así como Jesús dijo:

Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”.  Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto. (Mateo 5:43-45, 48)

Sí, las amenazas y el peligro son reales, pero la victoria es nuestra para tomarla. Cuando enfrentamos el fuego, ganaremos la batalla pegándonos a Jesús, recibiendo su amor en nuestros corazones, y recordando que no estamos solos. Nuestro Creador Dios nos ama y ha prometido que nunca nos dejará o nos olvidara, que” Él es nuestro refugio y nuestra fuerza, y siempre está presente en el tiempo de angustia” (salmos 46:1)

Yo no sé qué peligros vas a enfrentar, pero yo sé que si te agarras de Jesús,  confiando en sus promesas, vas a ser su testigo, su faro de luz celestial en un mundo de oscuridad. Pegate a Jesús, y serás un Daniel moderno, quien enfrenta leones y, en oración y confianza, fue un agente de Dios para ganar el corazón pagano de un rey (Daniel 6:16-27). O cuando te pegas a Jesús, tal vez seas un Esteban moderno. Quien cuando siendo apedreado  no estuvo abandonado por Dios, pero tuvo el cielo abierto hacia él, su rostro se iluminó como el de un ángel y vio a Jesús parado a la mano derecha de Dios (Hechos 7:55) y, a pesar de la injusticia en cómo fue tratado, Esteban amó a sus enemigos y oró por aquellos que lo apedrearon – él fue perfecto así como su Padre Celestial. Y  como un hombre de Dios, Esteban fue una luz de verdad celeste que penetro la oscuridad del Fariseísmo que tenía envuelta la mente de Saul.

Jesús ha prometido:

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. (Apocalipsis 3:20,21)

Oro por esta victoria, por este amor, por ser como Jesús, amar a mis enemigos y orar por aquellos que me podrían abusar, por ser una luz de celestial verdad y amor que alcancé a almas atrapadas en la oscuridad de este mundo de miedo con el mecanismo de sobrevivencia propia. Yo se que es solo pegándome a Jesús, confiando en Él, recordando su promesas, recordando todo lo que Él ha revelado y hecho en el pasado, fijando mis ojos en mi Salvador y sabiendo que no importa la amenaza, el peligro, el miedo, que no estoy solo, que por Él seré capaz de estar de pie.

Esta es mi oración. Te animo a que hagas de esta tu oración también.

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