Jesús en las bienaventuranzas, hizo una lista con muchas descripciones de aquellos que son considerados como bendecidos – el pobre en espíritu, los que lloran, los mansos, aquellos que desean justicia, los misericordiosos, los puro de corazón, los pacificadores, los que son perseguidos por hacer lo correcto. Luego Jesús dijo esto sobre estas personas:
Alégrense y llenense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo (Mateo 5:12)
Oh, cuán feliz será el día cuando el pecado sea destruido, cuando no haya más dolor, sufrimiento, angustia, agonía, y persecución, y cuando recibamos la recompensa prometida!
¿Pero es la recompensa de la salvación, de rendirse a Jesús, de vivir como Dios quiere que vivamos experimentada solo después de la segunda venida? o, mientras la recompensa final de nuevos cuerpos, comunión con Dios cara a cara, restauración de los amados que partieron, el universo libre de todo pecado llega, hay otras recompensas que los salvos puedan experimentar aquí y ahora? ¿Puedes pensar en otra recompensa que venga de haber renacido en la familia de Dios que experimentamos aquí y ahora – recompensa que aún aquellos que son perseguidos, como el apóstol Pablo experimenten?
¿Consideras la paz que tenemos con Dios cuando rendimos nuestro corazón a Él como una recompensa? ¿Es una recompensa experimentar la eliminación de la culpa y la pena y la paz del corazón; nuevos motivos que nos llevan a amar a Dios y a otros, gozo, paciencia, autocontrol, sabiduría, discernimiento, poder hablar con Dios como se habla con un amigo, y algunas veces tener específicas intervenciones divinas en nuestra lucha diaria? ¿No es mejor una relación de amor y confianza con Dios aquí y ahora que vivir en este mundo sin Dios?
A través de los años, he escuchado a varios cristianos, cuando hablan sobre la recompensa en el cielo, mencionar cosas como mansiones, las calles de oro, y coronas de gloria. He escuchado la idea propuesta de que aquellos que han hecho más por Jesús aquí en la tierra se les dará, como recompensa mas “estrellas en su corona” recuerdo que cuando era niño, cada semana en la iglesia si podíamos recitar nuestro versículo de memoria, correctamente recibiamos una estrella dorada que era colocada al lado de nuestro nombre en el tablero que estaba en la pared. Al pasar del año, algunos de nosotros teníamos más estrellas al lado de nuestros nombres que otros. Como niño me preguntaba si de la misma forma sería para los salvos en el cielo – aquellos que hicieron mejor trabajo por Jesús tendrían más estrellas en sus coronas?
Al crecer, me he dado cuenta que la situación imaginaria de las estrellas en las coronas celestiales es muy parecida a los stickers dorados puestos al lado de nuestros nombres cuando éramos niños – símbolos de la recompensa real que recibimos, pero eso no es la realidad misma.
En el griego del nuevo testamento, dos palabras están traducidas como “coronas”: diadema, que es una corona de autoridad, poder sobre otros, reglas imperiales mundanales; y estefanos, lo que es la corona de victoria sobre el pecado. Pedro describe nuestra corona de victoria (stephanos) como una corona de gloria, y Pablo la describe como una corona de justicia:
“Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria. (1 Pedro 5:4 )
Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida. ( 2 Timoteo 4:8 )
Esta corona stephanos es real, pero no es un pedazo de metal cargado de joyas; estas son solamente una representación simbólica – la verdadera corona es la corona de la gloriosa justicia del carácter de Cristo, permanente y completamente restaurada y sellada en los corazones y las mentes de los salvados. Esta es nuestra recompensa!
Pero porque algunos recibirán una recompensa más grande que otros si todos recibirán la recompensa de ser coronados con la justicia del carácter de Cristo?
¿Qué es lo que el cielo valora más? La Gente! Así que si llegamos a ser como Cristo, ¿que valoraremos más? ¡Otra gente! Y, por lo tanto, ¿cuál será nuestra más grande alegría, recompensa, felicidad, y causa de celebración en el cielo? ¿No sería el número de gente que conocemos y amamos que están allí para celebrar con nosotros? ¿No sería nuestra recompensa, lo que nos traería el gozo más grande, que sería multiplicado por el número de gente que amamos y que nos ama y con los que podemos compartir el gozo del cielo?
Esto es el resultado de la ley natural del amor – mientras más das más recibes. Al experimentar el amor de Dios, somos transformados por ese amor, y si permitimos que ese amor fluya a través de nosotros hacia otros, estamos plantando los buenos frutos del evangelio. Y como la buena semilla de Dios su amor y verdad, fluyen a través de nosotros, llega a otros corazones humanos, la gracia de Dios, su presencia sanadora, y su amor transformador causará que esas semillas crezcan en los corazones tiernos, los corazones receptivos, y estas personas responderán positivamente y darán su corazón a Jesús.
En el cielo, todo esto nos será dado a conocer. Dios nos recompensará al revelarnos todos estos enlaces del evangelio entre las personas. Las conexiones de amor y verdad en las que hemos participado serán manifestadas. Dios nos presentará a todos los que pusieron una mano en compartir el evangelio con nosotros y a aquellos a quienes nuestro servicio de amor los trajo al evangelio. Veremos a donde nuestras donaciones a este ministerio o a aquella iglesia resultó en alcanzar una alma para el reino de Dios, o un volante que dejamos en una casa, o un panfleto que editamos, o una canción que cantamos, o una conversación que tuvimos en un vuelo que fue escuchado por alguien más y trajo un testigo para el reino de Dios. veremos cómo el espíritu santo regό estos acciones para atraer un alma a Dios. y entenderemos el sacrificio, gracia, perdón, y servicio que otros hicieron por nosotros, pero así también, nosotros experimentaremos la gratitud, amor, y apreciación de aquellos que encontraron a Cristo por el trabajo que Dios hizo a través de nosotros.
Y Considera el impacto sobre los salvados cuando Dios revele todas estas conexiones; que pasará en el corazón y las mentes de estas personas salvas en el cielo? Amor, apreciación, regocijo es la recompensa, y ese amor está descrito en las escrituras como una fuego ardiente (Cantares 8:6) mientras más hayamos estado envueltos en hacer estas conexiones de amor aquí en la tierra, mientras más el amor de Dios haya fluido hacia estas personas y de regreso hacia nosotros lo más que brillaremos, las estrellas se verán ardiendo en las coronas de nuestro carácter, esta será la más grande recompensa en los cielos!
Realmente, es como Jesús dijo: aquellos que saben de su necesidad espiritual, aquellos que lloran por la enfermedad del pecado en este mundo, aquellos que están hambrientos de justicia del cielo, los misericordiosos, compasivos, aquellos que el amor de Dios ha purificado sus corazones, que comparten ese amor con otros, aún bendiciendo a los que los persiguen – experimentaran la más grande recompensa!