La gente con frecuencia nos contacta a “Come and Reason Ministries” con preguntas sobre tópicos que a ellos les preocupa, y uno de los tópicos que me preguntan frecuentemente es sobre la teología de la última generación, qué pienso de ello y cual es la visión en la ley natural sobre ello.
La Teología de la ultima generación es la creencia de que un grupo de personas, usualmente referidos como “el remanente,” va a obtener la “perfección moral” y “parará de pecar” previamente a la venida de Jesús.La idea de perfección no es una idea humana; la idea de ser perfectos viene de Jesús:
“Por lo tanto, sed perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48)
Esta declaración frecuentemente se oye con temor. Cómo nosotros pecadores podemos alguna vez ser perfectos como Dios?
La pregunta más crítica para hacerse es, “con qué lentes de la ley estoy entendiendo éste pasaje? Entiendes el “ser perfecto” a través de los lentes de la ley humana, las cuales son reglas impuestas que monitorean y gobiernan el comportamiento o lo entiendes a través de la leyes naturales de Dios, los protocolos sobre los cuales la vida y la salud están construídos para operar?
Si usted entiende la perfección de la Biblia a través de los lentes de la ley impuesta, entonces el ser perfectos se trata del comportamiento, los hechos, los actos, las obras, y el deber. Aquéllos que sostienen este entendimiento de la ley impuesta prefieren la representación de la versión de kings James 1Juan 3:4 “El pecado es la transgresión de la ley” en las que ellos concluyen que la “ley” se refiere a ley impuesta y el “transgresión” significa mal comportamiento o reglas no cumplidas. Su idea de perfección bíblica es reglas perfectamente cumplidas.
Pero esto concepto induce a miedo y desaliento porque esta enseñanza va usualmente acompañada con otro concepto mal entendido: que antes de la segunda venida, 1) Jesús para su intercesión por los pecadores como nuestro mediador en el cielo y así mismo, 2) cualquier pecado cometido después de este acontecimiento no puede ser perdonado o borrado de los libros y, por lo tanto, 3) éstos pecados se mantienen en la cuenta del pecador, y por lo tanto, 4) Dios está obligado a castigar a los pecadores en el fuego del infierno. Por esto, la propuesta de los teólogos de la última generación, es que la última generación tiene que ser perfecta porque cualquier pecado cometido después de que Jesús deja su papel mediador, el pecador va a ser legalmente responsable.
La Teología de la Última Generación enseñada a través de la ley impuesta causa angustia para muchos cristianos porque ellos conoces sus propias debilidades, falencias y errores, y no pueden creer que puedan algún día ser perfectos y de acuerdo con La Teología de la Última Generación, sólo los perfectos serán traslados al cielo cuando Cristo venga. Así que en vez de hacer que nuestra confianza en Dios crezca, esta teología incita miedo y en muchos logra que abandonen su relación con Dios.
Cuando retornamos a la adoración del Dios Creador, nos damos cuenta que sus leyes son leyes naturales diseñadas por Él, los protocolos sobre los que el Creador construyó la realidad para operar; nosotros entendemos que 1 de Juan 3:4 es mejor entendido como “ el pecado es la falta de la ley” (NKJV, NIV, NRSV, ESV; véase también NET, NCV, MES, REM, NLT) o estar en desarmonía con la ley de Dios, que no es un conjunto de reglas impuestas pero el protocolo que Él diseñó para la vida.
Nosotros entendemos que la base para la vida en el universo de Dios, es Dios y la ley sobre la cual Él construyó la vida para operar. Nosotros realizamos que los pecadores deben ser restaurados a unidad con Dios en el corazón, la mente, el alma, y las fuerzas. Y leemos las palabras de Jesús sobre ser perfectos en un contexto completo, dejando a Jesús que nos informe que quizó decir Él:
»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y, si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? Por tanto, sean perfectos, así como su Padre Celestial es perfecto. ( Mateo 5:43-48).
El mismo Jesús describe lo que ser perfecto significa: amar a todos consecuentemente y ser confiables, así como el sol y la lluvia tratan a todos exactamente de la misma forma. Pero es entendible que esto es solo posible siendo restaurados a una relación de amor y confianza con Dios, como Jesús lo dijo en múltiples ocasiones:
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-40)
Y cómo el amor de Dios se restaura en nuestro corazón de modo que podamos ser perfectos? Es por confianza – que es, fe – en Dios. Así como el apóstol Pablo escribió:
“Y todo lo que no se hace por fe es pecado. (Romanos 14:23)
La perfección bíblica no es sobre hechos y obras; es sobre el amor y la confianza, sobre madurez de carácter. Hablando de Jesús el libro de Hebreo dice:
“En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y, consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen (Hebreos 5:7-9)
Pero no fue Jesús siempre perfecto? Jesús fue ciertamente siempre sin pecado, pero la perfección bíblica no es sobre no cometer pecado. Adán y Eva en el Edén eran sin pecado, pero no eran perfectos. La perfección bíblica es sobre la madurez de carácter, lo que es llegar a una relación de amor y de confianza con Dios tan profunda que nada pueda movernos de ella. Los “perfectos” son aquellos que se mantienen fieles, leales, y tienen una verdadera devoción a Dios en su corazón sin importar lo que pase. Tal vez tengan preguntas, o malentendidos, tal vez estarán confundidos sobre porque algunas cosas pasan de la forma en que pasan; tal vez clamaran como lo hizo Jesús, “Mi Dios, mi Dios porque me has abandonado?” (Mateo 27:45), pero también como Jesús, confían en Dios y no desistirán de su confianza en Él.
Hay ejemplos de personas que alcanzaron esa perfección – no eran seres sin pecado, pero eran pecadores que llegaron a amar y confiar en Dios tan completamente que nada los podía mover de su fidelidad a Él – así que fueron descritos por Dios como seres “perfectos.”
¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el Señor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal. (Job 1:8)
Otros ejemplos incluyen:
- Daniel: Prefirió ser tirado al foso de los leones que traicionar a Dios.
- Sadrack, Mesac, y Abednego: Prefirieron ser echados al horno de fuego ardiente que traicionar a Dios
Estas personas perfectas no eran sin pecados; estaban establecidos en tan fiel lealtad a Dios que nada los podía mover de ella. No comprometerían su amor por Dios y por otros como forma de avanzar o protegerse a ellos mismos.
Esta es la perfección que Jesús estaba redirigiendo al joven rico que obtuviese:
Jesús le respondió “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. (Mateo 19:21)
A través de qué lentes de la ley entiendes las palabras de Jesús? Si las lees a través de los lentes de la ley impuesta, entonces Jesús hizo una regla, un requerimiento, una tarea que todos los que quieran ser perfectos deben de llevar a cabo: no deben poseer ninguna riqueza significativa; deben vender todas las cosas mundanas y darle las ganancias a los pobres.
Pero si entendemos las palabras de Jesús a través de la ley natural, entonces se entiende que perfección es actualmente sobre madurez de carácter – en quien alguien pone su confianza. Los Judíos en los dias de Cristo creían que riquezas y salud eran una evidencia de estar bajo el favor de Dios, mientras que pobreza y enfermedad eran evidencias de una maldición de Dios o de estar por fuera del favor de Dios y abandonado de Dios por ser pecador. El libro de Job debió haberlos prevenido de sacar estas conclusiones tan erróneas pero no lo hizo, esto es lo que ellos creían y enseñaban.
El joven rico tenia esta forma de pensar y por lo tanto, su fe no estaba en Dios pero en las riquezas que lo hacían sentirse a salvo, seguro y justo. Jesús le dijo que si él quería real perfección – perfección de corazón, de mente, y de alma – entonces debería parar de confiar en sus riquezas y en vez, confiar en Jesús. El debería deshacerse de su seguridad terrenal y poner su completa confianza en Jesús. Pero el joven rico no pudo hacerlo, revelando que el problema no eran sus riquezas pero en donde su confianza estaba depositada.
La ultima Generación antes de Cristo parece tener el mismo dilema. Van a estar oprimidos por un poder bestial que va a usar leyes impuestas y métodos coercitivos para tomar la libertad de aquellos que no están marcados como leales al sistema bestial – incluye remover su libertad económica tomando sus propiedades y riquezas. Aquellos que se han perfeccionado en su lealtad a Jesús no comprometerán su fe en Él para poder retener sus bienes, sea que esos bienes sean bienes personales o riquezas institucionales. Ellos no comprometerán los principios del reino de Dios para poder conservar las propiedades de la iglesia, los hospitales, las escuelas, las clínicas, o las casas publicadoras. Estarán fieles a Dios aun si como Daniel, terminan en cautividad de un poder sin Dios, y son tirados en el pozo de los leones.
Así es exactamente como la biblia describe la gente justa que esta lista para ser trasladada, la verdadera última generación:
“no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte. (Apocalipsis 12:11)
Los perfectos son aquellos que están listos para encontrarse con Jesús cuando el retorne en las nubes, no son aquellos con actos o hechos perfectos, pero aquellos cuyo corazón ha sido restaurado a una confianza perfecta en Dios. Están establecidos en una relación con Dios tan profunda que nada los mueva de allí. No pruebas, no tribulación, no tentaciones, no mentiras, no dolor, no pérdidas, no ataques causarán que su fe se quiebre de Dios. Están sellados de corazón en Dios, en la mente, en el alma – y confían a Dios su futuro.
“Sed perfectos, como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto (Mateo 5:48)